Niño
sin niño
indefenso y asustado
que aprende a fuerza de palos
como las bestias a sobrevivir.
que aprende a fuerza de palos
como las bestias a sobrevivir.
Joan Manuel Serrat
Hoy otra vez tengo
que ir con la tía. Yo quería quedarme a jugar con la muñeca nueva que me
regalaron ayer, en el comedor. Ahora mamá dice que le haga caso a la tía. Si
siempre le hago caso yo, y nunca me voy de su mano. Pero no me gusta. Hay
tantos señores que me molestan.
Yo prefiero ir
al comedor, que hay mas nenas y cosas, y a veces las señoras traen juguetes y
chiches para nosotros. Pero a mamá no le gusta, dice que es para los pobres más
pobres.
A mí la tía no
me gusta. Ni su cara ni nada. Es fea y
mala. Y no me deja contarle a mamá que a veces me lleva a lo de su primo y me
dice que es mi tío y que es re bueno y nos da cosas y plata.
Me dijo que le
jurara que nunca, nunca, le iba a decir a nadie. Diosito sabe que le juré y que
yo no hago trampas ni nada. Pero a mí no me gusta ni pedir, ni ir a la casa del
tío Juan.
Igual, hoy, si vamos, me voy
a llevar la estampita de diosito. Él es más bueno y nos va a ayudar a todos
para que rápido juntemos la plata y volvamos prontito a casa.
No me gusta
cuando nos tenemos que quedar a dormir en la casa del tío Juan. Es re chiquita
y no entramos todos en su cama. Él igual es bueno y a veces me abraza fuerte y
me hace caricias para que me duerma. Él es bueno y me quiere, pero igual a mí
no me gustan ni sus abrazos, ni nada.
<<Me llevo a la Jesi. Sí, no te preocupes que
la cuido. Hoy hay partido en la cancha y la piba garpa bien. Quedate tranquila
que la monada me conoce y cualquier cosa saltan>>.
Que me porte
bien, y todo eso. Que no la haga enojar a la tía. Que cuide las monedas que son
para comer.
Pero yo no quiero comer. Si
no como, entonces a lo mejor no me mandan con la tía.
<<Basta Jesi, ¡dejá de llorar que vas a
cobrar! Andá con la tía que mañana es tu cumpleaños. Si traes muchas monedas,
te voy a comprar un regalito. Portate bien y dejar de llorar>>.
En el tren nos
subimos a la parte grande que no tiene asientos. La tía se encontró con otro
primo. A este primo yo no lo conozco, pero la quiere mucho a la tía.
Dice que hace
trabajar a los chicos en la tele y que le muestre como bailo la danza. A mí no
me gusta que el señor me mire, pero la tía dice que le muestre la ropita que
tengo abajo de la ropa, y que no le cuente nada a mamá que es una sorpresa que
le vamos a dar y que qué contenta que se va a poner. Que con esto, vamos a
traer mucha plata para todos.
Cuando salimos
del tren, nos fuimos a su pieza. La tía dice que esto es mejor que pedir,
porque es para la tele.
Me dieron unas
monedas y ellos entraron a la pieza y yo me fui al quiosco a comprar un
juguito. Y que cuando vuelva la espere en la puerta sin entrar ni nada. Que
ella tenía que hacer un trabajo mientras.
En el quiosco
me hice una amiga que me pidió juguito y yo le dí. Se llama Carolina y nos
quedamos juntando unas ramitas para hacer la comida de su casa.
Juntamos tantas
ramitas que se nos caían todo el tiempo. Se nos cayeron muchas veces que no las
podíamos juntar. Perdí mis moneditas. Ella tenía otras monedita, pero me dijo
que eran de ella. Las mías no las encontramos. Después la llamaron de su casa y
se fue.
La tía también
me llamó y volví corriendo. Me pidió las monedas. Me dio un sopapo.
<<Pará de llorar nena, que apenas te toqué. No
seas tarada. Ahora hay que ser buena con el tío Quique y nos va a dar las
monedas que perdiste>>
Para entrar
había que saltar una zanja e ir por un caminito de piedritas. Atrás de la
cortina estaba la casa. La pieza era fea y oscura. Ese primo estaba tirado en
una cama. Hacía tanto calor que la tía se sacó la blusa. A Quique le dolía la
panza y se tocaba todo el tiempo. Me dijo que me saque el vestido. A mi no me
daba calor. Ella me lo sacó. Él se sentó en la cama, y se seguía tocando la
panza. Me toco una pierna y me corrí lo más que pude. <<Jesi, no hagas sentir mal al tío. ¿Qué va a
pensar?>> Le dio un beso a la tía y me acariciaba la cabeza, la
espalda, y más abajo, y más abajo.
<<Qué tiernita tu sobrina. Está buena la guacha>>. Parece que
la panza no le pasa y se frota mucho y más rápido ahora. La tía me mira y me
pide con la mano que me quede calladita.
Yo no lloro, yo
no lloro. La tía me tiene de la mano. La cortina no está lejos.
El señor se
para y se pone delante de mí. Muy, muy cerca. Ahora sí que lloro. Su olor no me
gusta y me aprieta con sus manos a su panza. Lo empujo fuerte y me suelto de la
mano de la tía. Corro hasta la cortina y salgo de la pieza. Pero no tengo la
ropa.
<<Dejala, es muy chiquita, dejala Quique.
Vení, vení con mami>>.
Me quedé
sentadita en una piedra, al costado del arbolito de la entrada.
Después ya no
lloré y más tarde vino la tía con mi ropita y me ayudó a ponérmela.
Que me porté
mal, que tenía que pensar en mi mamá, que Dios no me va a querer si sigo siendo
tan mala con la gente que es buena con nosotras.
Me dijo que no
le dio monedas para mí y que solo tenía unas para ella y su bebé. Que nos
volvíamos a casa porque estaba tan cansada…
Mañana es mi cumpleaños pero no llevo ninguna plata. Le voy
a prometer a mi mamá que me voy a portar bien y que voy a comer menos. No
quiero venir más con la tía ni con sus primos. Ojalá se mueran.
Copyright © Laura de la Peña
(todos los derechos reservados)